martes, 27 de mayo de 2008

Asesinos

"Flores Tristes. Veran 2007"




El heresiarca persa Hassan ibn Sabbah fundo la secta de los Haxis o secta de los asesinos. Erigió en la cumbre de una montaña una especie de paraiso artificial, dotado de grandes mansiones, músicos, y bellas doncellas; lo surcaban rios de miel, leche y vino. Con altas dosis de droga, adormecian a los sectarios que se encontraban de pronto en el paraiso o fuera de él, según hubiera sido su comportamiento. Estas falsas visiones de un mundo sobrenatural afianzaban la fe de los sectarios que se convertian en furiosos asesinos a las ordenes de Hassan.

En nuestra tierra padecimos el asedio de los asesinos. Hordas organizadas recorrían los caminos y en siniestros senderos de muerte, entraban en las casas, torturaban con saña delante de hijos y familiares, violaban y mataban para “dar ejemplo” e implantar el terror. Estos asesinos tambien iban transtornados por la droga mas poderosa que existe, la de la intolerancia y el odio al diferente porque piensa distinto de ti. Esta droga que se nos suministra diariamente por la mayoria de medios de comunicación.

Muertos por todas partes. Por la mañana, en la comida, en la cena, en el “prime-time” de la Televisión. Los periódicos vomitan sangre, la television escupe muertos, la radio grita dolor... Una pornografía constante de visceras desnudas desfila diariamente ante nuestros ojos. “Apalean hasta la muerte a un inmigrante en un parque” “Aparecen dos cadaveres con signos de tortura en un apartamento” “el padre encerró y violó a su hija durante 24 años a partir de los 11”…

¿Quien pare estos monstruos? ¿Quien engendra en su vientre tales anticristos hijos de la violencia y el terror?. ¿Como podemos caminar por la calle sabiendo que cualquier persona que nos cruzamos y que nos mira a los ojos puede ser uno de ellos?.
“Vendrá la muerte y tendrá tus ojos”decia Cesare Pavese. Los ojos de los asesinos. Esos ojos tambien fueron mirados con amor, tambien imploraron cariño. Esos ojos suplicaron, lloraron de amor y tuvieron temblores de estremecimiento y de ternura. Esos ojos pueden ser de nuestro hermano, de nuestro padre, de nuestro hijo. Esos ojos pueden ser los nuestros.

Matamos al árbitro en el fútbol, si lo tuvieramos delante. Matamos al jefe en casi todos los momentos. Matamos al amigo que nos traiciona. Matamos al extraño, al raro, al de otra raza porque parece que nos amenaza. Matamos al amor. Siempre. En cada instante en que es necesario para sobrevivir, para continuar tranquilos la triste vida. Vamos dejando el mundo lleno de cadáveres silenciosos y limpios pero que se descomponen y dejan olor. Olor a desesperanza, a tristeza, a odio y a rencor. El Haxis nuestro de cada dia que fumanos cuando conectamos la T.V., oimos la radio, leemos los periodicos.
Y ese olor que impregna el mundo es el que respiran y alimenta a los monstruos, el que engendra los monstruos. Los monstruos que al fin y al cabo somos tu y yo.


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