lunes, 5 de mayo de 2008

Hambre


Rodeadme de hombres gordos, hombres de poca cabeza, que duermen bien toda la noche. Allí está Casio con su aspecto escuálido y hambriento. Piensa demasiado. Hombres asi son peligrosos. "Julio Cesar" de Shakespeare (Acto 1º, Escena 2ª)

En estos tiempos de nueva crisis alimentaria mundial, dentro de los ciclos a que nos tiene acostumbrados el capitalismo, conviene recordar como la imagen del político, del banquero, del poderoso en general, esta siempre relacionada con una buena panza, a veces disimulada y otras veces de lo mas evidente (y hasta prepotente).
La política, la iglesia, la banca y los hombres socialmente considerados “importantes” trabajan, celebran reuniones y toman decisiones en torno a mesas bien provistas y equipadas con los mas diversos manjares.

Marvin Harris nos enseña, a través de trabajos realizados entre los bemba de Zaire, algunas poblaciones de Amazonia y tribus asiáticas, que la costumbre de "llenarse" en los banquetes proviene de que tanto nuestros primitivos ancestros cazadores-recolectores, así como los sedentarios agricultores, sufrían de intensos periodos de hambre debidos, bien a la escasez estacional de animales de caza, bien a la espera de la maduración de los cultivos, generando así un ritmo anual de escasez y abundancia.
Durante los periodos de escasez se ayunaba (Audrey Richards nos habla que algunas tribus para ahorrar energía se limitaban a estar sencillamente en la cama inhalando rape), y cuando llegaba la época de la abundancia se atracaban en una sobrealimentación que no era mas que una acumulación de reservas (grasas) para la época de ayuno.
La costumbre fue perdiéndose cuando el progreso eliminó estos periodos y uniformó (en el tercer mundo es un decir), la distribución de alimentos.

En Galicia sin embargo, aun es posible ver como casi el cien por cien de las celebraciones, fiestas, acuerdos, contactos, negocios, etc. se celebran en torno a estas mesas bien surtidas y equipadas.
La única preocupación de nuestras abuelas, y aún hoy de la mayoría de padres, era que nos llenásemos bien la tripa. Y es que nuestros padres y nuestros abuelos pasaron hambre.
La cruel guerra en el resto de España, a la que Galicia tuvo que recurrir con la exportación de alimentos, y la aun mas terrible posguerra les hizo retroceder varios siglos a la época que nos recordaba Harris. Pasaron a depender brutalmente de la tierra y de los pocos animales de que podían disponer.

El estraperlo, las cartillas de racionamiento, el contrabando, los economatos… son instituciones que se prolongaron demasiado y que provocaron que Galicia tenga hoy posiblemente el record mundial de fiestas gastronómicas absurdas. Fiestas en las que poco importa el santo o patrono correspondiente y quizás lo único que se celebra es el poder comer y la certidumbre del plato fijo.

El miedo se manifiesta de las formas mas sorprendentes. Esta ahí, agazapado, siempre, enterrado en las fosas espirituales del alma, esperando que alguien por fin, lo desentierre, y llegue la catarsis.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

El miedo es al alma lo que la humedad a los huesos.
Suerte con este trabajo tan duro y delicado. Hasta aquí pinta muy bien. Sigue sin miedo, y no nos dejes con hambre. L.C.

Ángel dijo...

La verdad es que tiene una pinta fantástica. Estoy deseando verla (porque se puede perdonar, pero no olvidar). Enhorabuena! Y muchas suerte, siempre.

P.D.- Fue un place dejarme "fusilar" para esta producción ;)

A.C.